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Espiritualidad digital – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

El sobre y el pecho

Tengo que reparar el tejado de la iglesia y quiero hacer una capilla en los locales parroquiales. Por eso pido donativos. Y cuando algún feligrés me entrega un sobre con dinero, le sonrío, se lo agradezco y procuro no abrir el sobre en su presencia para no parecer ansioso y tal. Pero confieso que, en cuanto se marcha, abro el sobre a toda velocidad para ver cuánto me ha entregado. Debilidades de un párroco, qué le voy a hacer.

Vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: «En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque ha echado todo lo que tenía para vivir».

Los hombres ven la apariencia, más el Señor ve el corazón (1Sam 16, 7). El Señor no mira dentro del sobre, sino dentro del pecho. Ahí se oculta la ofrenda que le interesa. Lo de dentro del sobre nos lo deja a los párrocos.

Por eso, cuando hagáis vuestra ofrenda a la iglesia –y aunque me duela decirlo– recordad que no debéis agradar al párroco, sino a Dios. Hacedla con un corazón generoso, y Dios os lo pagará. Pero si podéis dar una alegría también al párroco… mejor.

(TOI34L)

No hay otro rey sino Tú

En tiempos de Jesús, un rey era un rey. Pero ya no quedan de ésos. Tenemos reyes, pero no mandan. Les queda el oropel, el brillo. Oropel y brillo tienen hasta deslumbrar, porque se han convertido en símbolos, y los símbolos tienen que lucir. También les queda la distancia. Son inasequibles para el hombre de a pie, que hoy se conforma con verlos por televisión.

Mirad, sin embargo, al Rey de reyes, al único y verdadero rey:

Los magistrados hacían muecas a Jesús. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre.

Como trono, una cruz. Como corona, las espinas. Como medallas, salivazos y llagas. Como corte, dos ladrones. ¿Qué brillo, qué oropel es ése?

Sin embargo… Han pasado dos mil años, y ahí sigue, gobernando el Cosmos desde esa Cruz que permanece levantada hasta el fin de los tiempos. Cualquier hombre que sufra lo encontrará a su lado, cualquier moribundo se abrazará a Él. Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Hoy estás conmigo en el Paraíso, te he conquistado, tu vida es mía, tu dolor es mío, tu muerte es mía y mi reino es tuyo.

No hay otro rey sino Tú.

(XTOREYC)

Sobre el amor y la muerte

Se habla poco de esa asociación entre matrimonio y muerte que, sin embargo, está presente en la liturgia y la Escritura. Sólo en el rito hispano-mozárabe del matrimonio se pronuncia la frase «hasta que la muerte os separe», pero en la fórmula más común del consentimiento matrimonial los esposos se prometen fidelidad «todos los días de mi vida». El compromiso no va más allá. Y hoy, cuando Jesús explica que en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán, alega, como motivo: Pues ya no pueden morir.

En definitiva: os casáis porque moriréis. El vínculo matrimonial es una ayuda para el camino. No contraéis matrimonio para pasar la vida mirándoos el uno al otro, sino para ayudaros a llegar al cielo. Especialmente quisiera gritárselo a los jóvenes: Buscad, no a la persona con quien mejor pasáis el tiempo, sino a quien pueda ayudaros a alcanzar la eternidad.

Eso está escrito respecto al sacramento. Pero, en cuanto al amor conyugal, si está arraigado en Dios, no temáis, os seguiréis amando en el cielo, porque ese Amor es más fuerte que la muerte. Procurad llenar de cielo vuestro amor, y se llenará de amor vuestro cielo.

(TOI33S)

La dulce entrega

Te has propuesto levantarte a tu hora cada mañana, sin concederle al sueño ni un segundo de prórroga, y quieres ofrecer al Señor ese sacrificio… Bueno, la verdad es que te lo has propuesto hace seis meses, y apenas lo has cumplido un par de días. Pero te lo sigues proponiendo, aunque aún cuentes las batallas por fracasos.

Quizá deberías rezar más, rezar mejor, enamorarte. Hoy celebramos la presentación de María en el templo. No es un propósito para vencer a la pereza, es mucho más. Es un acto de entrega total, por el que se consagra en cuerpo y alma a Dios de por vida. Tampoco es la ocurrencia de una persona bienintencionada. Es la respuesta enamorada de quien ha conocido el Amor de Dios por ella y, sintiéndose dulcemente cautiva de ese Amor, ha entendido que no puede entregarle menos. Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado (Ct 6, 3).

Tu entrega debe comenzar, no en un frío propósito que nunca acabas de cumplir, sino en un conocimiento profundo del Amor de Cristo por ti. En otras palabras: No te empeñes en darle a Dios tu vida; deja que Él te la robe. Enamórate.

(2111)

Un Amor escondido a los ojos

Se mira y se remira la adolescente en el espejo. Se ve hermosa, y le gusta. Acabará idiota perdida si alguien no le advierte de la verdad. Cierra los ojos un momento, hija, sólo un momento, porque en un momento se pasa la vida. Vuélvelos a abrir, y verás un cuerpo decrépito, arrugado, enfermo y al borde de la muerte. ¿Dónde quedó aquella belleza? ¿Merecía tanta admiración?

¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Nada de cuanto ven los ojos puede dar paz al hombre. Ni saciar su hambre. Puede adormecerlo, narcotizarlo durante un instante, como cuando te quedas fascinado ante una buena película, una pieza musical o un atardecer. Pero pronto pasa el hechizo, y vuelves al cansancio y el hastío.

Y no dejarán piedra sobre piedra. Al final, cuanto ven los ojos acaba destruido, como un sueño al despertarte.

Lo que conduce a la verdadera paz es un Amor escondido a los ojos, oculto tras la apariencia de un pan, agazapado en el fondo del alma. Y, cuando se conoce ese Amor, la paz que llena el corazón no puede arrebatártela ni la misma muerte.

(TOI33J)

Cuando te juzga el Amigo

La parábola de las diez minas nos viene bien para meditar sobre el juicio particular. Porque aquellos empleados, al volver el amo convertido en rey, fueron llamados uno a uno para rendir cuentas.

Mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

También nosotros, cuando nuestra vida en la tierra acabe, seremos llamados por el Rey. Y tendremos que rendir cuentas de cuanto hemos recibido; del dinero, desde luego, hasta el último euro, pero, muy especialmente, de la fe, el gran don recibido en el Bautismo.

Creo sinceramente que este juicio es distinto para cada uno, según la relación que haya tenido con Cristo en esta vida. No es lo mismo que te juzgue un extraño o que te juzgue un jefe, o que te juzgue un amigo. Si, al llegar ante el estrado, encuentras a tu mejor amigo en la tribuna del juez, se te pasa el temblor.

En todo caso, la mejor preparación para el juicio particular es el examen de conciencia nocturno, donde detectamos las pequeñas infidelidades antes de que se agraven y pedimos perdón. ¿No es eso lo que hacen los amigos?

(TOI33X)

Da gusto estar con gente feliz

zaqueoEs sorprendente cómo, tras dos mil años de cristianismo, aún perduran en la conciencia de muchos bautizados los esquemas de la ley antigua. Pórtate bien, e irás al cielo. Ve a misa, que es día de precepto, debes ir para salvarte. Resiste a la tentación, no peques, y en el cielo te compensarán. Vamos, fastídiate aquí hoy si quieres ser feliz allí mañana.

Hoy ha sido la salvación de esta casa. Jesús bien puede decirlo, porque Él es el mismo cielo. Cuando Zaqueo, un pecador que vivía del robo, lo acoge bajo su techo, siente que su vida está lograda, que no necesita nada más que la sonrisa de aquel hombre, que estaba perdido y ha sido salvado. Y ese gozo inmenso cambia su vida:

Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más.

No ha cambiado de vida para salvarse. Ha cambiado de vida porque se sentía salvado. Es muy distinto. No se trata de hacer cosas buenas para ir al cielo. Se trata de acoger al cielo, a Cristo, y entonces el gozo te transforma por dentro. Con gente feliz da gusto estar.

(TOI33M)

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