Si te preguntas por qué no encuentras en tu vida un momento de sosiego, te doy la respuesta: porque estamos en guerra. Y no hay tregua. Habrá victoria, y habrá sosiego en el cielo.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
Hay un combate entre un hombre fuerte (Satanás) y otro más fuerte que él: Cristo. Y en ese combate, consumado en el Calvario, Cristo le quita al Maligno las armas de que se fiaba: el pecado y la muerte. En la Cruz, Jesús se hace pecado y se hace muerte para perdonarnos los pecados y rasgar la muerte como se rasga un velo, dejando abiertas las puertas de la Vida.
La batalla está vencida para Él. Pero, para nosotros, la guerra no ha terminado. Mientras haya pecado en el mundo, seguimos inmersos en ese combate, aunque con la segura esperanza de que la victoria de Cristo es también nuestra, porque Él lucha a nuestro lado.
Por eso no encontrarás sosiego fuera de Cristo. Recuéstate en Él. Cristo no pierde batallas.
(TOI27V)